jueves, 17 de mayo de 2012

Sobre la Moral (parte III): Los Axiomas Morales.


En la entrada anterior llegamos a la raíz que debe fundamentar cualquier sistema moral: los axiomas (o propósitos fundamentales). Llegamos a la conclusión de que la moral no es algo absolutamente rígido, sino que es flexible, que puede ser cambiada si son cambiados nuestros propósitos fundamentales. Sin embargo, hasta ahora pareciera que los sistemas axiomáticos son tan arbitrarios que bien pueden existir sistemas que consideren el robo y el asesinato algo bueno, de modo que en esta entrada responderemos a la pregunta que quedó pendiente: ¿qué tanta arbitrariedad puede admitir un conjunto de axiomas morales?

Una vez más, la pregunta será respondida por la matemática. Después de todo, ¿no hicimos una analogía entre nuestros axiomas morales y los axiomas matemáticos? En la matemática, cuando uno cambia su sistema axiomático, puede llegar a estructuras radicalmente distintas, pero eso no quiere decir que cualquier axioma que se me ocurra pueda ser usado como base para un sistema adecuado. Un conjunto axiomático debe cumplir tres requisitos básicos:

1. Ser coherente: Lo que quiere decir que los axiomas no pueden entrar en contradicción unos con otros. Incluso si en un principio no se detecta contradicción, el llegar de manera lógica a dos teoremas contradictorios a partir de los axiomas solo puede significar que estos sí eran contradictorios después de todo, y por lo tanto deben ser depurados (eliminando o cambiando uno o mas de los axiomas).

2. Ser completo: Lo que significa que los axiomas deben ser suficientes para construir toda la estructura que necesitamos. Si llegamos a un resultado que no puede ser demostrado o refutado a partir de nuestros axiomas, entonces debemos ampliar nuestra base axiomática hasta poder dar una respuesta satisfactoria.

3. Ser mínimo: Es decir, que ninguno de los axiomas pueda ser demostrado a partir de los demás.

Estas tres características tienen sentido. Consideremos por ejemplo el siguiente sistema de axiomas:

1. La propia felicidad es el objetivo mas importante de todo ser humano.
2. La felicidad de otros debe estar antes que la propia.
3. Está bien comer helado.

Inmediatamente uno detecta una contradicción lógica entre los axiomas. Si tengo que elegir entre mi propia felicidad y la felicidad de mi pareja, por ejemplo, entonces el primer axioma me dice que debo elegir mi felicidad, pero el segundo que debo elegir la de mi pareja. Tome la decisión que tome, no podré saber si está bien o esta mal. Peor aun, si soy malintencionado puedo elegir siempre la interpretación que me convenga, de modo que mi sistema axiomático no me permite contestar preguntas sobre el bien y el mal. Por otro lado si me gusta el helado, entonces el axioma 3 sobra, pues comer helado es una consecuencia directa de buscar mi propia felicidad, mientras que si aborrezco el helado, entonces el axioma 3 entre en contradicción con el axioma 1. En resumen, dicho sistema no es ni coherente (pues tiene axiomas contradictorios), ni completo (pues no me permite responder de manera satisfactoria todas las preguntas que quisiera) ni mínimo (pues hay axiomas que sobran), es decir, que dicho sistema es inconsistente.

Por más que la mayoría de las personas se rehúse a pensar en estos temas, lo cierto es que todos tenemos un sistema moral. Y todos los sistemas morales son axiomáticos, aunque la mayoría de ellos sean inconsistentes, de modo que resulta natural la pregunta: si uno a estas alturas no conoce sus propios axiomas morales, sino que creció con un sistema moral impuesto, ¿como encontrar los axiomas? La respuesta es sencilla: poniendo a prueba nuestro sistema moral.

Comencemos con verdades "evidentes" e intentemos darles una justificacion. ¿Está mal llevarse la billetera de esa persona? Si, porque entonces estaría robando. ¿Y por qué está mal robar? Ahora intento justificarlo. Si no puedo justificarlo a partir de algo más básico, pero sé (o considero) que robar sigue estando mal, entonces lo tomo provisionalmente como un axioma, y continuo con otras cosas. ¿Esta mal la poligamia? Doy una respuesta, en términos de otras más básicas, y continuo justificando, profundizando hasta llegar a un axioma. ¿Lleva tiempo? Sí, sobre todo al principio. Después de todo, la vida es constantemente una toma de decisiones, y las decisiones siempre se basan en responder una pregunta: ¿esta bien o mal?

¿Cuantas decisiones tomamos de manera automática a lo largo del día? Ceder el asiento a una persona mayor, pedir cosas por favor, dar las gracias, saludar de ciertas maneras, comportarse de ciertas formas. Ser amable o grosero, todas esas son decisiones que tomamos, y en donde ha habido de manera implícita un juicio moral. Lo que sigue ahora es justificarlo todo para encontrar los axiomas morales que dieron pie a dichos juicuos. ¿Por qué ceder el asiento? ¿por qué ser amable? ¿por qué darle dinero a ese vagabundo?

Con tiempo suficiente, empezamos a notar patrones, empezamos a ver que muchos axiomas morales, haciendo uso de la lógica podemos ponerlos como resultados de algunos más basicos. En ocasiones encontraremos que otros incluso llegan a ser contradictorios o arbitrarios. Pero lo importante es que, con suficiente tiempo, vamos desenterrandolos y tenemos una visión mucho más clara de lo que nos mueve y motiva. Requiere tiempo, sí, pero honestamente, ¿quien esperaba que algo así sería cosa de 5 minutos?

Del mismo modo que cuando uno entra en la matemática (la matemática de verdad, no las jodideses arbitrarias que enseñan antes de la universidad), los primeros pasos suelen ser los más difíciles. Pero a la larga, la constancia y el uso implacable de la razón permiten entender de tal manera la moral axiomática que se llega a conocer fácilmente ya no solo el sistema propio, sino los sistemas de otros. Es por esto que desenterrar los axiomas morales de entre una pila de escombros mentales es un trabajo que vale la pena, pues es en los axiomas donde uno puede ver realmente la bajeza de ciertos sistemas morales, y darse cuenta de que debajo de ciertas actitudes y pensamientos en apariencia inocentes, se esconde una maraña de maldad y contradicciones que asustarían a la propia persona si estuviera consciente de ello.

La mayor utilidad de adquirir práctica con la moral axiomática es que se puede detectar fácilmente a los embaucadores, esas personas que usando la moral como arma pretenden esclavizar el cuerpo y la mente sin necesidad de usar un látigo (que a estas alturas ya a todos les ha quedado claro que es malo). Quizá sea por eso que los destructores de la mente luchan por dar a la moral ese halo místico. Poner a la moral como el sistema nunca explicado por la ciencia es la manera más segura de protegerse de las miradas inquisitivas, de enmascarar esa doctrina de saqueo material y espiritual en la que se fundamentan sus sistemas. Tras ese periodo oscuro que fue la Edad Media, donde el rey saqueaba el cuerpo y la Iglesia el espíritu, llegó el Renacimiento, el periodo más brillante de la humanidad. En esa época en la que el hombre se volvió libre y la razón fue el único absoluto, los moralistas del saqueo jamás hubieran podido recuperar el poder. Es natural pues que esperaran escondidos en un agujero, listos para regresar en cuanto el ser humano bajara la guardia. De las consecuencias en el individuo que tuvo su regreso hablaremos en otra ocasión...

Continuará...

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