viernes, 20 de julio de 2012

Cuentos desde la cripta.



Para descansar de tanta berborrea filosófica, ahí les va una bonita historia con final feliz, para los desvelados. Es sobre filósofos, vale, pero esta vez no filosofaremos.

¿Recuerdan cómo murió Socrates? Venga, seguro lo recuerdan, Socrates era un gran filósofo ateniense. En esa época Atenas estaba en guerra con sus archienemigos los espartanos y... bueno, Atenas perdió estupidamente. 

Y es que los espartanos podían ser malos en todo, excepto en eso de romper madres. De hecho tenían la fuerza terrestre más formidable de todas las polis griegas. Claro que como eran las polis y cada ciudad iba a su bola, esa importante fuerza se limitaba a 6 mil soldados. De todos modos, esos 6000 soldados bastaban. ¿Vieron la pelicula de 300? Pues sí, fue real, 300 espartanos contuvieron el ataque de 300 mil persas. Claro que los persas realmente no eran deformes como en la película, ni tenían gigantes o cosas raras. Eran gente muy normal, como tú y como yo. Eran un chingo, eso sí.

Bueno, el caso es que los espartanos eran una pistola en eso de la guerra, y los Atenienses, más abocados a la filosofía y el comercio, la pasaron muy mal (tampoco es que los atenienses no supieran hacer la guerra, ellos eran muy buenos, pero en el mar, tenían una gran flota, y también le rompieron su madre a los persas cuando tuvieron la oportunidad).

El punto es que en esa guerra los atenienses perdieron contra los espartanos, y pues los atenienses estaban muy ardidos, de modo que buscaron a alguien para desquitarse, y qué mejor que un pinche filosofo, de esos que tanto tiempo le quitó a los ciudadanos, tiempo que hubieran podido invertir en aprender a usar la lanza como los hombres. Lo juzgaron por cualquier motivo estúpido, lo condenaron a beber la cicuta y lo mandaron al calabozo a esperar su gran día.

Claro que nadie le dijo a Socrates que su juicio era nada más de desmadre, y que se iban a hacer de la vista gorda si decidía escapar. De hecho, a mitad de la noche, su amigo Critón entró a la celda como Juan por su casa (le dijo al guardia algo como "olvidé algo aquí la última vez que me ejecutaron", y el guardia le abrió) y le dijo que se tenían que ir en barco esa misma noche.

Y que de verdad se tenían que ir, porque si Socrates no salía de ahí, la gente pensaría que Critón era un avaro y no había pagado lo suficiente a los guardias para poder entrar por su amigo. Así se la gastaban los atenienses.

Total, cualquiera se hubiera cruzado de hombros y hubiera dicho "¡amonos a la chingada!", y hubiera salido de ahí sin miramientos. Pero Socrates no, él no. Recordemos que él era un filósofo, y más aún: un filósofo ateniense. Y ya sabemos como le gusta dorarsela a los filósofos. De modo que en plena urgencia a mitad de la noche, Socrates le pidió a Critón que se sentara y que filosofaran (como no) sobre la conveniencia de escapar de ahí. Este es un pequeño fragmento de la conversación.

Sócrates: ¿No admites, igualmente, que vivir bien no es otra cosa que vivir como lo reclaman la probidad y la justicia? 

Critón: Sí, Socrates.

(Para darle más dramatismo al momento, intenten imaginar a Critón mirando nerviosamente hacia afuera de la celda con cara de urgencia mientras dice "Sí, Socrates, sí Socrates").

Sócrates: Conforme a lo que acabas de concederme, es preciso examinar, ante todo, si hay justicia o injusticia en salir de aquí sin el permiso de los atenienses; porque si esto es justo, es preciso ensayarlo, y si es injusto, es preciso abandonar el proyecto. . es preciso morir aquí o sufrir cuantos males vengan antes que obrar injustamente. 

Critón: Tienes razón, Sócrates.

Sócrates: Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás injusticia ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Sé muy bien que hay pocas personas que lo admitan y siempre sucederá lo mismo. Desde el momento en que están discordes sobre este punto, es imposible entenderse sobre los demás y la diferencia de opiniones conduce necesariamente a un desprecio recíproco. Reflexiona bien y mira si realmente estás de acuerdo conmigo y si podemos discutir partiendo de este principio.

Critón: ¡SOCRATES, CHINGAO!


Socrates tomándose la cicuta como los campeones. Tremendo troll 
Vale, Critón no dijo eso último, pero apuesto a que lo dijeron ustedes. El caso es que al final Socrates gana el debate y se queda en esa celda para morir. Muere muy contento, eso sí.


Y así es como la naturaleza se encarga de eliminar a los idiotas, FIN.

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