viernes, 20 de julio de 2012

Las tres fuentes del derecho (Parte II): El Derecho Natural.


"Existe una ley verdadera, de acuerdo con la naturaleza, conocida por todos, constante y sempiterna. A esta ley no es lícito agregarle ni derogarle nada, ni tampoco eliminarla por completo. No podemos disolverla por medio del Senado o del pueblo. Tampoco hay que buscar otro comentador o intérprete de ella. No existe una ley en Roma y otra en Atenas, una ahora y otra en el porvenir; sino una misma ley, eterna e inmutable, sujeta a toda la humanidad en todo tiempo...”

- Marco Tulio Cicerón.

En una entrada anterior hablamos de la Ley Estatal (Derecho Positivo), y de la Ley Social (Derecho Consuetudinario). Ambas son más o menos conocidas y son el objeto de estudio de la mayoría de los investigadores y estudiantes de derecho. Ambas dan algo de weba, también.

La que ya no es tan conocida es la Ley Natural (también llamado Derecho Iusnaturalista o Jusnaturalista). Presentémosla de manera gradual mediante ejemplos.

Imagina que despiertas un día en un planeta desierto. Tan desierto que no hay más que piedras, montañas y acantilados a tu alrededor. La atmósfera parece ser respirable, pero no hay comida, ni agua, ni rastro alguno de vida, excepto el tuyo. De todos modos, después de un tiempo te das cuenta de que nunca te da sed ni hambre, que no importa cuánto te golpees ni de cuanta altura caigas, no puedes ser dañado físicamente. En resumen: eres inmortal e indestructible. Pregunta: ¿cuales son tus deberes? ¿que ley o leyes deberías seguir? (te invito a que contestes la pregunta, y las demás que vayamos haciendo, antes de seguir leyendo).

Realmente no es difícil contestar esa pregunta, la respuesta es: podrías hacer lo que se te diera la gana. No hay leyes ni reglamentos que tengas que acatar, ni cuentas que rendir. Cualquier cosa que quieras hacer, la puedes hacer, siempre que seas físicamente capaz de ello. Si un día por diversión quieres saltar por un acantilado, no hay ningún problema, pues tu cuerpo es indestructible. Incluso podrías hacer herramientas de piedra y poco a poco construirte un castillo, y luego tirarlo, y luego... bueno, se entiende el punto. En ese planeta con un solo habitante inmortal, no hay leyes, ni obligaciones, ni derechos, ni moral.

Ahora imaginemos que despiertas ya no en un planeta desierto, sino en una isla, con abundancia de recursos. Ya no eres inmortal, sino un ser humano común. Y nos volvemos a preguntar, ¿cuales son tus obligaciones? ¿que leyes deberías acatar?

Quizá se nos ocurra que podemos dar la misma respuesta que en el caso anterior, esto es, "no tenemos obligacion alguna, ni leyes que obedecer". Bien, pues si es así, supongamos que decidimos tirarnos por un acantilado, total, hacemos lo que queremos, ¿no?

El problema es que esta vez sí podemos morir, y es razonable pensar que, a menos que en algún momento se nos haga definitivamente insoportable la soledad, nuestra primer prioridad será conservar la vida. En ese caso, ya hay cosas que no debemos hacer, hay leyes que no elegimos, pero que debemos acatar. Y una de esas leyes es evitar el daño físico. La naturaleza nos ha impuesto una ley, que debemos respetar si queremos seguir viviendo. ¿Que otras leyes nos impone la naturaleza? Saciar nuestra hambre y nuestra sed, por ejemplo. El incumplimiento de estas leyes tiene un castigo impuesto por la propia naturaleza, que en nuestro caso, es la terminación de nuestra propia vida.

Empieza a tomar forma el concepto de Ley Natural, pero aún no hemos terminado. Después de todo, somos seres humanos, y por lo tanto no solamente queremos vivir, sino que queremos hacerlo como seres humanos. ¿Estaríamos conformes con pasar día tras día desnudos, llevando a cabo la misma rutina para sobrevivir, para al final del día acostarnos a la sombra de cualquier arbol? ¿O quisieramos tener algo que llamemos "hogar", para protegernos de las tormentas, y tener ropa y fogata para protegernos del frío?

Si es así, si nuestro objetivo es vivir como seres humanos, entonces hay nuevas leyes que tenemos que obedecer, hay nuevos reglamentos a los que nos tenemos que apegar. Por ejemplo, procurarse madera y protegerla del agua para poder usarla en la siguiente fogata, reordenar los elementos que encontramos en la naturaleza para procurarse una casa, etc. Y ya que hemos construido la casa, debemos darle mantenimiento, porque en caso contrario la naturaleza no tardará en reclamar esa construcción y llenarla de plantas y animales indeseados.

De modo que cada mañana, tendremos que levantarnos y realizar ciertas actividades de manera obligatoria si queremos vivir como seres humanos. Fuera de eso, podemos hacer lo que se nos dé la gana. Podemos salir a correr y nadar, o quedarnos descansando en nuestra casa, podemos comer jabalí en lugar de mangos, o de plano decidir que está bien respetar a los animales, y dejar de comer carne. La ley que la naturaleza nos ha impuesto es intocable, y no podemos modificarla mientras no modifiquemos nuestra propia naturaleza (si en algún momento encontraramos un elixir que nos hiciera inmortales, entonces la ley cambiaría, como pasó en el primer ejemplo).

Notemos por favor algunos elementos importantes en este ejemplo: toda la isla, hasta donde has logrado explorar, es tuya. No tienes que preocuparte por la repartición de bienes, ni por derechos humanos, ni por política. Esos recursos son tan tuyos que podrías darles el uso que quisieras. No hay conflictos de intereses (pues no hay dos personas que puedan estar en desacuerdo), ni hay tal cosa como "robo" o "violencia" (al menos no entre seres humanos).

Falta un último paso para terminar de dar forma al concepto de Ley Natural. Ahora imaginemos que, un día, una tormenta hace que un barco naufrague en la isla. El barco queda destruido, pero hay sobrevivientes. Al enterarte de este suceso, tu tranquila vida en la isla de pronto está en peligro. Cuando te encuentran, pronto te das cuenta de que no son piratas, no son gente violenta, ni loca, ni malvada. Son gente racional, como tú, que desean vivir como seres humanos, al igual que tú, y más aún: que desean vivir de la mejor manera posible en sociedad, al igual que lo quieres tu.

De modo que tu vida no corre peligro, pero sí que han cambiado muchas cosas: ahora ya no todos los recursos son para ti, ahora puede que dos personas necesiten el mismo recurso, y probablemente, aunque ambos sean racionales, puede que surjan conflictos de interés. Ahora no son solo tus deseos los que van a transformar la isla, sino también los deseos e intereses de las demás personas. Podríamos pensar que en esta nueva situación existe la necesidad de que entre todos se organicen para crear un conjunto de leyes, hechas por el hombre, para poder resolver los conflictos, pero antes de eso, podemos hacernos la misma pregunta que en los casos anteriores.

Y se resume así: Supongamos que todos los habitantes de la isla quieren vivir en sociedad de acuerdo a la propia naturaleza del ser humano. ¿Que otras leyes nos impondrá ahora la naturaleza para poder lograrlo?

Y esa es la Ley Natural, con mayúsculas. Es la ley que nos permite vivir de acuerdo a nuestra propia naturaleza, y que es independiente del hombre, porque éste no la ha elegido, como no puede elegir no comer, y no saciar su sed (es decir, que un hombre no puede renegar de su naturaleza). Alejarse de ella, acarrea sus propios castigos, no de parte de sus semejantes, sino de parte de la propia naturaleza. Así como la naturaleza castiga con la muerte el delito natural de negarse a comer, y a vivir como un animal más el negarse a construir una casa, del mismo modo castigará a quién decida ignorar las leyes que la naturaleza impone para vivir dentro de una sociedad.

¿Pero qué leyes son estas? De eso hablaremos en la siguiente entrada, y si a estas alturas has mantenido el interés, te invito a que tu mismo intentes contestarlo.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Yo tengo una duda, en la parte donde hablas de como debemos mantener fuera de la casa a los bichos indeseados ¿Te refieres a todos los bichos? Porque por ejemplo, los alacranes nos protegen de otros bichos mas malos. Ahí ¿Que hacemos?

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    1. Jaja. Pues si crees que tener alacranes te beneficia más de lo que te perjudica, entonces los alacranes no son bichos indeseados, así que... pues no los sacas.

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